jueves, 8 de enero de 2009

Charlotte



Es difícil llegar a creer como algo que nos hace tan bien es capaz de llevarnos hacia aquel punto llamado “locura”. Dejamos de discernir entre lo real e irreal y nos dejamos arrastrar hacia la nada…




Me tendí boca arriba sobre la cama y acomodé la almohada sobrante de modo que el sol que se colaba por entre las cortinas no me diera en la cara. Otra vez se había ido…
“Típico de ella”, pensé dejando aflorar casi inconscientemente una sonrisa llena de ironía….de resentimiento. El tipo de sonrisa que sólo aquella única mujer en el mundo podía sacar de mí...
Me apoyé sobre los codos tratando de dar, desde esa incómoda posición, con el paradero del despertador. Una vez ubicado el cable me resultó mucho más fácil dar con el, aunque apenas si se notaban los números, por una parte porque permanecía sepultado debajo de mis pantalones y por otra porque el exceso de luz los opacaba casi por completo.
“Opacado…”, rápidamente me abalancé sobre el par de jeans para dar con algo donde escribir.

- Perfecto…- me dije a mi mismo.- La boleta del hotel…Aunque, ¿qué mejor lugar para escribir esa palabra, que el mismísimo papel que me recordaba que no era sólo eso…sino que también una realidad?

Después de mucho filosofar conmigo mismo volví a hacer un esfuerzo por ver la hora, 7:30…
Me vestí apresuradamente, agarre mi billetera, mis llaves y salí del departamento sin desayunar. La verdad es que nunca lo hacía…no en “casa”.

Allí estaba ella….

Mismo café, misma hora…misma compañía. Charlotte siempre había sido así…disfrutaba recordándome que no podía ser más que el otro….el amante. La odiaba por ello, pero al mismo tiempo provocaba en mi, pasiones que nunca ninguna otra mujer había despertado.
Crucé la calle y entré al café como si nada, me senté en la misma mesa de siempre y esperé a que el viejo me atendiera. - Buenos días, ¿Qué...?- empezó a decir con un entusiasmo al que no sólo estaba acostumbrado, sino del cual estaba harto…

- Lo de siempre- interrumpí sin mirarlo-…por favor- agregué notando la mirada entre acusadora y llena de miedo de su parte. Ya completamente conforme, dio media vuelta y se fue.

El común de los clientes lo llamaba por su nombre, pero yo no era el común de la gente…yo era yo, iba sólo por el café. Allí servían el mejor café de la zona y con eso bastaba. Lo demás carecía completamente de importancia.
El local estaba en esa esquina desde antes que me mudara, antes siquiera de la existencia de Charlotte…y muchísimo antes de que ella supiera de u existencia. Era capaz de cruzar toda la ciudad por un maldito café si con ello lograba que me sintiera insignificante.

- Aquí tiene señor.- el viejo había vuelto con una humeante taza de café en una mano y la cuenta en la otra, pues sabía que prefería pagar por anticipado.- Lo que pidió y la cuenta.

- Gracias…- musité sin dejar de mirar a Charlotte quien ahora me devolvía la mirada por encima del hombro de su acompañante. Saque un billete de mi bolsillo y se lo extendí al viejo.- Quédese con el cambio…

Otra vez estaba sólo, bueno, casi. Charlotte seguía mirándome…y yo a ella. Le hice una seña e inmediatamente se levantó y camino directamente hacia el baño. Esperé unos minutos para que nadie pudiera notar lo que pasaba y la seguí no sin antes esconder el objeto de mi arrepentimiento en la manga del saco que llevaba puesto.

- ¿Qué haces acá?- murmuró aterrada mirándome a través del reflejo del espejo. Me las había arreglado para entrar al baño de damas sin ser visto.

- Shhh…vi el anillo, ¿Cómo…?- mi expresión se había vuelto fría y mi rostro exhibía otra vez esa sonrisa….su sonrisa. Dejé que aquel objeto se deslizara lentamente hasta mi mano. No tenía opción…

- No…por favor- musito entre lágrimas retrocediendo unos pasos hasta que por fin, no tuvo a donde ir. El no estaba para reclamarla como suya.

Con los ojos completamente desorbitados me acerque con paso firme hacia ella y enterré las tijeras directamente en su pecho. Una, dos…tres…..cuatro veces.
No recuerdo que pasó después, no me importa. Ahora paso los días mirando por la única ventana de mi habitación. Mi nueva habitación…
Dicen que me volví loco, que apuñalé a un viejo una mañana en algún café de Paris…que lo único que dije cuando me llevaban fue…Charlotte.







Pfff….ahora es cuando me emputezco porque el original no es ni la mitad de bueno que la corrección (pero como se lo había prometido a Mari se joden!). Lamentablemente a esta última la perdí…y a la primera la encontré hoy de pedo mientras ordenaba.

Semana de locos con un toque de frustraciones, alegrías, risas y tiradas de pelos (que conste que no termina)
Necesito hacer alguna forrada de esas que ustedes saben!!! La verdad es que me quede bien con las ganas.

A los precisos…
Los quiero~

3 hojas caidas:

Anónimo dijo...

awwww me gustouuuuuuuu
escribis re lindo forrita!!!
Te qiero demas sabelo trola =)
(soy Blas)

Anónimo dijo...

Es tu blog Jo? Asumo que sí por el Rawr y argentina^^

Erendis

Mari! dijo...

Awww Te acordaste de q lo quería leer!!
Ta buenisimo nena! A mi tmb me gusta escribir sobre la locura, te abre un millón de puertas para empezar a delirar! jajaja

En cuanto tenga ganas subo algo de lo mio (q quien sabe donde fué a parar...)

Boluda, posta, hacemos un compilado y nos mandamos un re libro!! jajaja

Y dsp plantamos un arbol, donamos un órgano ( sacrifico mi Casio de cuando tenia 5, jajaja) y bue... La parte de "tener un hijo", te la dejo a vos... jajajaja

Bso!!!! Gracias x subirlo!!
Te quiero mierda!!!