sábado, 18 de febrero de 2012



Tres años, casi tres años hace que no me sentía así...vacía. Claro que las razones varían de una cosa a la otra, las personas también. Soy buena actriz, no lo niego...a veces demasiado buena e incluso conmigo misma. Me gusta creer que tengo el control de las cosas, que se para donde voy, que puedo llevarme el mundo por delante y que tengo razones justificables para hacerlo aunque no sea así. Alguien alguna vez me dijo "siempre te pones el parche antes de la herida, y lo entiendo, pero no todos pueden adivinar el por qué. A veces a uno le toca arriesgarse un poco, aunque las cosas no siempre salgan bien", el problema es que la memoria no me falla muy seguido y el acordarme de ciertas cosas termina por jugarme en contra.
En algún momento tuve que aprender a hacerme fuerte, a levantar paredes y a ignorar todo lo que constantemente me hacía mal para no hundirme. Tuve que pelearla hasta decir basta y hasta no poder más sin otra arma más que el creer que, en algún momento, las cartas estarían a mi favor...y, después de años, al fin lo logré; no estando un cien por ciento bien en todo, pero sí lo suficiente como para poder seguir. Creo que puedo decir que en ese momento pude volver realmente a ver el vaso medio lleno otra vez...y me sentí feliz, tanto, que no me di cuenta de lo mucho que me estaba yendo a los extremos. Ya no dormía, el trabajar y el disfrutar a concho por miedo a que todo eso durara poco se me fueron delas manos. Pero paré a tiempo y, otra vez, me sentí casi invencible y me volví a equivocar, había gastado tanto tiempo y energía en encontrar un equilibrio que descuidé lo más importante: quien era. Eran pocas las personas con las que todavía seguía sintiendo que era yo y trate de agarrarme a ellas lo más que pude, ya me conocían, podían descifrarme con sólo mirarme a la cara y un "estoy bien" nunca alcanzaba a menos que viniera con alguna explicación real. Después llegaron una o dos personas más, había perdido el miedo, por primera vez fui yo desde el principio...y fue peor, salí lastimada, el miedo volvió y fue en ese momento que, erradamente, decidí que no volvería a abrirme a nadie más a menos que realmente lo valiera. Y creo que fue en ese momento en el que llegaste, me hacías reír y esta vez el desvelarme, aunque trabajara al otro día y tuviera que parecer un zombie, me daban lo mismo. Sin darme cuenta empecé a ser yo y, de a ratos, me daba cuenta... me alejaba, y, una vez más me tenías paciencia, hacías lo mismo y no me reprochabas el que volviera a acercarme para alejarme de nuevo a la más mínima señal de pánico. Y te quise en secreto y a sabiendas de que vos también lo hacías, te quise con miedo a quererte demasiado y que las cosas salieran mal una vez más, entonces, te alejaste, y me tocó a mi esa vez dar el paso...arriesgarme.
Fui feliz como nunca, me sentía completa y sabía que, por más terrible que fuera mi día, tenía a alguien esperándome y dispuesto a hacerme sonreír. A veces tenía miedo, trataba de alejarte creyendo que aún estaba a tiempo y que después poco importaría, pero después me daba cuenta de lo frágil que me sentía cuando estabas lejos y volvía a ese lugar en el que sabía que quería estar todo el tiempo que me fuera posible. Tan segura estaba que no me di cuenta de que el miedo ya me había jugado la mala pasada y fue con ganas, pero esta vez la peleé, puedo decir que hasta el último aliento, no me importaba dormirme rendida por el cansancio del llanto porque sabía que lo valía. Me sentía débil, pero más despierta que nunca y, entre palabras de aliento que fueron llegando, entendí que dentro de esa tristeza y, en algún lugar y momento tal vez no muy lejanos, podía ser feliz. Sé que no es algo que vaya a olvidar, pero también sé, que voy a estar bien. No importa si es con esa persona o no...voy a estar bien, si no es en esta vida, en otra. Cuando seamos peces.

0 hojas caidas: