domingo, 10 de febrero de 2013

Día 3: La pena sigue, risas, sorpresas y sensación de no sé qué...


10:00 am, hora de levantarse para ir a trabajar. Me regalé 10 minutos más de sueño y me tapé la cabeza con la almohada creyendo que ese molesto dolor culpable en la boca del estómago se iría. Las medicinas alternativas no son lo mio, traté acostándome boca abajo...tampoco servía. Me levanté y tome desayuno, claro que no estuvo mucho rato ahí...parecía que mi estómago estaba más cansado que yo como para tratar siquiera de digerir algo.
Me quedé en casa tratando de recuperar algo de sueño y fuerzas. Traté de leer o jugar, en fin, distraerme y pensar en cualquier cosa completamente ajena a los últimos días. Si no te hace bien, déjalo atrás, me habían dicho, no quería...no quiero. Siempre he sido lo suficientemente terca, cabeza dura y testaruda como para dejar las cosas que de verdad me importan así como así
Un llamado me alegró la tarde y, si bien no se trataba de ningún caballero de brillante armadura, la compañía de un amigo no era algo que me viniera muy mal. Pasamos la tarde entre risas aunque, de a ratos, mientras le contaba todo, me entraban ganas de llorar pero las disfracé con más risas y por un segundo creo que hasta yo me lo creí....y se sintió tan bien. Pero me quedé sola de nuevo y ese pequeño pollito dentro mio se dedicó a comer del a herida recordándome que todo seguía ahí. Sí, podía pretender horas que no pasaba nada, reírme, hacer bromas, pero esa almita mía testaruda no me dejaría olvidar con facilidad.
Las últimas horas me las pasé casi resignada a que no llamarías jamás a que, ayer, cuando mi compañero de charlas nocturnas me dijo que me tirara a la pileta con los ojos vendados, no había medido realmente lo que estaba haciendo...hasta que Juan me dijo que mi celular sonaba como condenado. Eras vos...
El corazón se me aceleró, las rodillas temblaron, y, me voy a permitir un momento de escritura asqueroza para describir exactamente como me puse...derghadklghrtuighdfkgbdklfjghdklfjghldkjfghldkfjghldkjgheilrugheilugheilrughilerughlergielughklfjghdfljgnhopdjkopdkqwkdmqp,s`23iokodmwoifmeoimfgoeigjeroigjneoigj. Fue algo así. Me pasé tres millones de películas y, después, la realidad. Era yo la que te había pedido que dieras señales de vida para preguntarte algo, claro, era sólo eso. Pensar que todavía no me atrevo a cambiar el nombre con el que te tengo en mi celular...
Lo que sí puedo decir con certeza es que el vacío no se va, las risas llegan esprádicamente sólo para recordarme que el estar triste no tiene por qué hacerme una amargada, nunca me había dado cuenta de la cantidad de personas que se preocupan realmente por mi...

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